La torre Meret Oppenheim, situado en el distrito de Gundeldinger, en Basilea, Suiza. Ha sido Proyectado por los arquitectos Herzog & de Meuron.
La compañía nacional de ferrocarriles SBB es una de las mayores propietarias de terreno en Suiza, con terrenos privilegiadas en los centros urbanos de todo el país.
Este potencial inmobiliario, que había sido infrautilizado, se ha desarrollado cada vez más en los últimos años, densificando las zonas en torno a las principales estaciones de tren.
La torre Meret Oppenheim, se une al proyecto Südpark, promovido también por SBB y construido por Herzog & de Meuron en 2012 y juntos contribuyen a la renovación urbana del límite norte del barrio.
La forma de la torre es el resultado de la apilación de volúmenes de diferentes tamaños. Este concepto permite fraccionar su escala, adaptando las proporciones de cada alzado a los diferentes condicionantes del entorno y generando una suerte de topografía formada por terrazas, plataformas y vacíos.
El proceso de diseño pasó por varias fases, en las que se ajusta el tamaño y la proporción de cada pieza a los requerimientos del contexto y el programa. El volumen se escalona desde la máxima altura frente a las vías del tren hasta la mínima frente a la trama histórica de la calle Güterstrasse.
Cada uso concreto se vincula a un prisma específico del conjunto; la cafetería y el restaurante se sitúan a nivel de calle, sobre ellos se apilan cinco plantas de oficinas y por último, los apartamentos ocupan el resto de los niveles. Una serie de espacios exteriores, enmarcados por los numerosos retranqueos y voladizos, funcionan como terrazas de las viviendas o como espacios comunes de las oficinas.
Un sistema de contraventanas plegables y deslizables define la imagen exterior del edificio.
Cada pieza se construye a partir de una chapa de aluminio que se dobla y se perfora para dar lugar a una malla tridimensional que permite la visión horizontal pero bloquea los rayos directos de sol en las direcciones inclinadas.
Detrás de estos elementos móviles se introduce un espacio intermedio que genera profundidad y suaviza la transición entre las viviendas y la ciudad.
El aspecto del edificio no varía sólo en función del punto de vista sino también según el momento del día ya que la incidencia de la luz o el viento transforman su apariencia y los usuarios pueden modificar la posición de las lamas metálicas a su gusto, generando un diálogo con los edificios del entorno inmediato.
Adriano A. Biondo / Arquitectura Viva